domingo, 28 de mayo de 2017

EL COMIC PROHIBIDO POR LAS AUTORIDADES EL DÍA QUE DESAPARECIÓ EL MAR EN PLAYA QUEQUEN 1ra Parte









REFLEXIONES SOBRE LOS ENEMIGOS

REFLEXIONES SOBRE LOS ENEMIGOS  

Es inevitable tener enemigos al hacer los sábados el programa Reflexiones en la radio con el Comandante. Sin desearlo y a veces sin saber quienes son, vas haciéndolos, porque la vida significa tomar opciones. Pero el enemigo es útil. 
Es como cuando vivía en la playa de Quequén en invierno del 2004 que era muy jodido. Sabía que lo era, que estaban ahí al acecho los chorros a que cometiera un error para robarte, te daba, como decía mi viejo, una saludable incertidumbre. No me dormía nunca. Cuando estaba solo, ponía un despertador cada 60 minutos. Dormía atento a que ladrones me patearan una puerta, te sacaran la reja o una chapa del techo y estaba preparado para sacudirles con el 38. 
En fin saber que estaba en peligro, me mantenía vivo. Eran ellos o yo, jamás pensé en las consecuencias. Es evidente que sabían lo que les esperaba y no se animaron ni a tantear el picaporte de la puerta, claro si es más fácil robarle a ancianos indefensos o a las mujeres sacarles de un tirón una cadenita del cuello o una cartera del hombro.
En fin la vida es igual: saber que hay enemigos te ayuda a cuidarte más. A recordar que el mundo es un lugar peligroso y que debes estar alerta, adiestrado, listo para combatir. 
Parece extenuante pero no para un luchador. 
El mundo se divide entre sacerdotes y luchadores: los que manipulan sin correr riesgos y los que los asumen. A mí siempre me gusta pelearla.

sábado, 27 de mayo de 2017

DEMASIADA IRA CON LA POESIA EN QUEQUEN LOS DESTRUCTORES DE SIEMPRE

   

Me fui a caminar por la playa de Quequén con el rostro serio, cansado y con ganas de cansarme aún más tratando de quitar con ello tanta aspereza
.
 Mucha bronca acumulada por las ratas de poca monta que apedrearon al monumento a Baco. Por supuesto un gran repudio de todos los bebedores de vino. 
Les aplicaría el código de Hammurabi y la ley del Talión. 
Afortunadamente hay un poco de sol, y sudo excesivamente.
 Es esta ira...    
Pero aquello no fue todo, manos anónimas pagadas por algún cogotudo que se cree pertenecer a la aristocracia destruyeron las placas poéticas frente al mar. Quedaron hecha añicos las poesías de Felicidad Batista, Silvia Savall, Félix Loiácono, Tina Ferre y Damián Andreñuk, un dolor inmenso para la poesía.
Mis párpados están recelosos incitando que imponga una torva mirada que asusta al viento.   En esta hipérbole enfurecida ya no me asusta la muerte ni los muertos; y en caso de que las cosas se pongan mal me sobra valor para lanzarme a la yugular de la muerte. Cuando me lo propongo, Dios llora. Y Satanás me da palmadas en la espalda.   
 Aunque si me diera la gana podría ejercer la misericordia y no mirar a los políticos y jueces  como los plumíferos de vuelo bajo que son; esas vidas preocupadas y agobiadas por robar e intentar morir rico; en muchos casos sin disfrutar lo robado. En algunos casos; otros tarados nacen ricos y disfrutan su sarnosa vida como los emperadores romanos: sodomización tras sodomización.     
Marcho con el rostro un poco más alegre, le he pisado la cabeza a un cangrejo y a crujido, pensando que era uno de los que apedreó al Baco o los que mandaron a romper las placas, me agradó oír ese sonido, aún arrastro un trozo de cartílago en la hawaiana. No importa, he decidido no ser considerado con ellos.  

lunes, 22 de mayo de 2017

CRITICA A CAMINO A LAS VEGAS



TAPA ILUSTRADA 160 PAGINAS EDITORIAL KEMKEM 1° EDICION
En su última novela, Bastian Carlomagno, no ofrece respiro cuando desenmascara el fenómeno oculto detrás de los bingos, y las personalidades excéntricas que hacen a sus apasionados concurrentes. Dueño de la librería Kemkem, el autor de “Camino a las Vegas”, se luce en el género “no ficción” con una historia atrapante y de un final insólito.
Cuando la lógica de la razón indica que la forma de alcanzar el éxito en la vida es trabajar, hacerse de una buena entrada de dinero, ahorrarlo o invertirlo para que se multiplique y obtener así una buena base económica que nos asegure un lugar en el mundo material, existe una ley que se puede quebrantar para que todo este esquema sucumba. Es la ley del azar, en un girar fugaz de la rueda de ruleta, o en un simple echar de naipes, la felicidad puede estar al alcance de la mano.
En “Camino a las Vegas”, el último libro de Bastian Carlomagno, el autor aborda con una mirada minuciosa las andanzas y artimañas de quienes han hecho del juego un modo de vida. Señoras sexagenarias, que ocultan la bolsa de los mandados y se entregan desde horas tempranas a la suerte de las maquinas tragamonedas, o señores trajeados, con pinta de ejecutivos, que se lanzan desesperados al bingo tras la búsqueda del botín antes de ir a atender sus negocios.
Las historias de jugadores compulsivos que cuenta Bastian, escapan a los clásicos relatos de personajes millonarios que derrochan grandes fortunas en salones de alta alcurnia. Durante mucho tiempo, la figura del jugador estuvo asociada sólo a las clases altas y pudientes, que luego de haber perdido su fortuna se encaminaban inexorablemente por el camino del suicidio.
Cuando a fines de la década del ’90, se permitió la instalación de bingos y casinos en los grandes centros urbanos, la proliferación de las casas de juego se convirtió en un fenómeno popular. Es en estos recintos, donde el autor enfocó su ojo caprichoso para encontrar el detalle elocuente, esa escena diminuta que lo dijera todo.
Con el arribo de los bingos a las zonas periféricas, la atracción del juego captó al público de las clases populares que no necesitan de grandes sumas para intentar probar surte desafiando al azar. Porque, como reza el refrán: “Con plata juega cualquiera”.
Siguiendo los pasos de Rubén, el protagonista de la novela, el lector podrá descubrir ese universo inverosímil que se esconde tras la fachada de los casinos y los bingos. Los códigos con los que se manejan sus asiduos y decadentes visitantes, una fauna variada, para los que existe un apodo distintivo para cada uno: Están “los de los días laborales, los mañaneros, los escapistas, los nocturnos, los domingueros, los sin horario o full time, los buscas como él y los infatigables “mirandas”.
Infinidad de anécdotas, como la del personaje que, a falta de hogar, ya que éste ha decidido dejar a su familia para dedicarse de lleno al juego, duerme en el baño del bingo, conforman la trama de esta novela.
Camino a Las Vegas" - Pasión por el azar y la fortuna La pasión amorosa frustrada por la voluble seductora Mary y la madura Mirta, o el místico Jack se proyectan en el personaje de Rubén, un gran vendedor, que ha dejado a su familia sin dejar rastros por su dependencia total respecto del juego. El autor y sus personajes se acercan a la ruleta, a las máquinas tragamonedas y al póquer con la suficiencia del que juega por placer, pero la atracción que ejerce sobre ellos la pasión del azar y la fortuna los convierte en jugadores perdidos por la eventualidad de la suerte. A través de esta obra, Carlomagno, no pierde tiempo en destacar las crueldades y bondades del juego; vive dentro del mismo sin ningún tipo de criticas, asumiendo los costos. Recorriendo los Bingos de Buenos Aires, el Barco de Puerto Madero y el fantástico Casino del Tigre, "Camino a Las Vegas", es una búsqueda, un intento de alcanzar ese punto; tal vez, inexistente, en el que se unen dos vidas paralelas: la del mundo y la del jugador. Este libro es un apasionante juego de revelaciones ingeniosas, verdades, mentiras, realidades históricas, mitos, cábalas, ritos, misterios y suposiciones en una trama llena de giros inesperados, narrada con un ritmo incomparable que conduce al lector en los intrincados caminos del azar.Con un final inesperado, nos deja el legado de una obra inmortal. (*) Autor: Bastian Carlomagno / Kem-Kem ediciones (2005)
Referencia de la Odisea de Homero:
Oye ahora lo que voy a decir y un dios en persona te lo recordará más tarde. Llegarás primero a las sirenas, que encantan a cuantos hombres van a su encuentro. Aquel que imprudentemente se acerca a ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa ni a sus hijos pequeñuelos rodeándole, llenos de júbilo, cuando torna a sus hogares; sino que le hechizan las sirenas con el sonoro canto, sentadas en una pradera y teniendo a su alrededor enorme montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo. Pasa de largo y tapa las orejas de tus compañeros con cera blanda, previamente adelgazada, a fin de que ninguno las oiga; mas si tú desearas oírlas, haz que te aten en la velera embarcación de pies y manos, derecho y arrimado a la parte inferior del mástil, y que las sogas se liguen al mismo; y así podrás deleitarte escuchando a las sirenas. Y caso de que supliques o mandes a los compañeros que te suelten, átente con más lazos todavía.
 Comentarios de críticos
¿Los vicios se aprenden sin maestros?. La frase, que pertenece a Thomas Fuller, rompe la página en blanco. Extraña fauna la que uno puede observar si visita algún local de casino o bingo zonal. Malandras, pobretones, taimadores, pungistas, aprovechadores, chorros, mujeres dispuestas a cualquier cosa con tal de ganarse la simpatía de algún jugador y, de paso, agenciarse alguna ficha para intentar cambiar la suerte, siempre esquiva. La enfermedad del juego y todo aquello que se desprende de esa adicción es el eje de la nueva novela de Bastian Carlomagno. Un impiadoso acercamiento a ese universo de perdedores crónicos, dispuestos a vender a la vieja con tal de jugarlo todo en la ruleta. Un recorrido feroz por el manual de estilo del perfecto jugador y un clima denso, insoportable, que parece retractar con justeza el escenario de la novela. A todo o nada, piensan los protagonistas de la historia, mientras se apuran a tapar con un pie la ficha de un peso caída en la alfombra del casino por descuido del jugador. Aquellos que padezcan (o disfruten) de ese extraño vicio, encontraran en ?Camino a Las Vegas? un retrato fiel de un mundo ?sólo para entendidos?. Sin moralejas, sin falsos mensajes, ?Camino a Las Vegas? encierra en sus páginas, un grupo de personajes casi Arltianos, de esos que uno nunca quisiera tener como amigos. Ignacio Portela (concejo de redacción revista Sudestada)
 Camino a Las Vegas
 Las Ediciones Centro Cultural Kemkem acaba de publicar recientemente la novela de Bastian Carlomagno ?Camino a las Vegas?, la cual, produce un rápido impacto en el público lector. Concebida en un lenguaje sencillo, esta interesante obra narra las peripecias de dos jugadores decididos a obtener ganancia de dinero por cualquier vía y medio, aún aquellos inconfesables. La obra transcurre en el peculiar ambiente de los salones de juego en el que se congrega toda clase de personajes atraídos por las luces de neón, el dinero y las ganancias fáciles. Entre ellos, hay quienes asisten sólo por la mera diversión, otros para contemplar el espectáculo de las ganancias y las pérdidas, mientras que otros lo hacen para obtener dinero y procurar vivir de ello. Los protagonistas de la novela son de esta última clase. Bastian Carlomagno teje una interesante trama alrededor de Rubén, el personaje principal, al tiempo que relata la sórdida vida de quienes fueron capturados por la diosa Fortuna (o las sirenas mitológicas como está reflejado en su cubierta) esquiva y seductora que le impone a sus víctimas toda clase de sacrificios aún aquellos que no estarían dispuestos a hacer siquiera por sus seres queridos. Ganancias y pérdidas son la constante de este relato, los personajes una vez agotadas sus reservas de dinero, echarán mano a todo lo que se pueda vender y negociar para obtener más fluido con el cual alimentar a aquellas máquinas tragamonedas para que expulse el tesoro que contiene su vientre metálico, o acaso para hacer girar a esa rueda imperturbable de la ruleta, o completar los cartones de bingo. El lector quedará atrapado por este relato como el jugador queda atrapado por el juego, sólo que esta vez, se trata de literatura, y la ganancia segura será la que dejan siempre aquellos buenos relatos. Sergio Albano (Traductor y corrector)

REFLEXIÓN SOBRE LOS POLÍTICOS

Cuando un político practica la pobreza, se convierte en un MAL EJEMPLO para el pueblo, que acaba por rechazar a aquellos políticos que no la practican. La prédica de la pobreza mete ideas raras en la cabeza de la población, que llegaría a enorgullecerse de su pobreza y el orgullo puede conducir a muchos actos orgullosos.

viernes, 5 de mayo de 2017

ALGÚN ESCRITO SOBRE MARADONA

     A esta altura, que Maradona sea o no sea Dios importa poco. Incluso si descubrimos que Villa Fiorito es un pesebre contemporáneo, el gol a los ingleses un milagro comprobado hasta por el Vaticano, y la televisión una montaña concurrida desde donde pronunciar sermones, el dato a considerar es la salud mental de los creyentes. Ninguna deidad en la historia (en ninguna religión) fue objeto de semejante presión. Además de empujar la pelota con picardía magistral, su mano debe ser capaz de castigar al presidente de la nación más poderosa del planeta, salvar a nuestra selección del desastre, entrevistar ídolos súbitamente convertidos en idólatras, y exhibir una capacidad de recuperación a prueba de balas que confirme su promocionada inmortalidad.



    La singular creencia que estamos fundando, no sólo demanda del mandatario celestial control absoluto sobre las incertidumbres del más allá, lo quiere comprometido en el día a día. Sin sonrojarnos, le pedimos intervención en cuestiones mundanas, cambio chico que el ser humano apenas se anima a reclamarle a divinidad alguna. Y ni siquiera entregamos ofrendas u ofrecemos sacrificios a manera de compensación. Aquí es Dios quien debe entretenernos a nosotros, no al revés. Las nuevas escrituras rebalsan de derechos adquiridos y esquivan, a puros amagues y gambetas, cualquier obligación que intente perturbar el cielo perfecto que estamos construyendo al final del arco iris; ese lugar ideal donde no penetran los rayos del sentido común. Por el momento, con encender el televisor basta. El polo norte de la locura. Quizás la metáfora religiosa no alcance a definir el fenómeno en su justa dimensión, nos estamos acercando peligrosamente a la magia. La manía de dejar el destino en manos de otro es una vieja costumbre argentina. Pero esta vez logramos un grado de refinamiento sorprendente. Una cosa es el fanatismo desbordado por el líder de turno, y otra muy distinta el cariño entrañable hacia una figura popular inmensa. Tarde o temprano, los políticos son incinerados, cual chivos, en ceremonias expiatorias. El vicio es conocido: salvadores que se convierten en traidores y van alimentando un ciclo histórico reciclado cada diez años. Ahora bien, ¿cómo saldar cuentas con el amor de nuestra vida?, ¿cuál es la salida de emergencia? Comparado con lo que estamos viviendo, la rueda circular mencionada más arriba es un ejercicio saludable. Después de todo, cada tanto, tomamos la posta y, aunque la volvemos a pasar con urgencia de hierro candente, nos queda la ilusión remota de entrar en razones algún día, alguna vez. Hoy, si no paramos la pelota a tiempo, la jugada puede conducirnos a las puertas del hospicio, lugar en el que gran parte del mundo vería con buenos ojos que pasemos una refrescante temporada. De todas las cegueras, las engendradas por la pasión suelen contabilizarse entre las más violentas y desangeladas. ¿Hay mayor pasión que la inspirada por Diego? Limitadas al fútbol, las hazañas del Diez son un bálsamo reparador, alegrías que el pueblo atesora en la vitrina de glorias merecidas. En su carácter de metáfora, la vida del jugador puede ser, aún con idas y vueltas, un ejemplo a considerar que la sociedad ganó en buena ley. ¿Por qué no aprender de él? Las olas que vamos barrenando, nada tienen que ver con la fascinación legítima por un jugador de fútbol. Son trampas seductoras que pueden arrastrar hacia aguas profundas, zonas alejadas de las que ni el mejor nadador podría volver (y los argentinos no nos caracterizamos por nuestro estado atlético). Si seguimos así, el 2017 será recordado como el año en que perdimos de vista la costa, un naufragio dulzón que nos tomó por sorpresa, al ritmo envejecido del cancionero agradable y pegadizo, por qué no decirlo, de Rafaella Carrá.