domingo, 16 de diciembre de 2018

NUESTRO JURADO INTERNACIONAL LA CUBANA CLARA LECUONA VARELA Y SUS MICROCUENTOS




El basurero

Fueron creados para ser exploradores, pero cuando no quedó mucho qué explorar se aficionaron a jugar cada día en el basurero, como si les fuera en ello la vida. Aunque a decir verdad habían olvidado qué significaba esa palabra y todo lo demás. Una mañana Lía lanzó un chillido de alegría, uno de los niños se acercó pero ella le mostró los colmillos, él se alejó sin dar la espalda y luego corrió a alertar a los demás. 
Lía era probablemente la más aniñada del grupo, creada en la primera generación, sus movimientos eran lentos pero conservaba todos sus recuerdos a diferencia de los demás. La mayoría de los adultos prefirió mantenerse como eran, pero replicaron a sus hijos. Así vivieron en paz, hasta el día en que comenzaron a olvidar. No ella.
Todo comenzó durante la primera invasión, niña no tengas miedo le decían cuando la llevaron con el resto de los niños supervivientes. Al principio lloró pero después se resignó y aceptó lo inevitable. Cada día al amanecer exploraba cada sitio abandonado buscando alimentos y medicinas. Hasta hoy en qué al fin encontró algo.
Se arrastró hasta el albergue y lo cerró por dentro, con lo que había encontrado tenía para una semana de entretenimiento. El grupo de niños llegó hasta ella y trató inútilmente de romper la puerta. Ella les indicó con una mano el basurero y corrieron hacia la gran recámara olvidándola por completo.
Se ocupó entonces de proyectar la oleografía que más feliz la hacía, esa en la que vestida con un mono deportivo y unas trenzas jugaba con una muñeca tan rubia como ella, había una cestica con muchos caramelos y confituras de todo tipo. Que desagradable son los recuerdos, se dijo mientras masticaba con trabajo.
Afuera el grupo de niños, también mascaba, sus padres ya no sabían igual pero se parecían bastante a los caramelos duros.


Declaración de principios

He vivido muchas vidas 
y en cada una de ellas he sido feliz.
Ello no me exonera de haberme equivocado
e insistir.
Las tentaciones son abalorios,
simbología de lo que en algún momento fui repetidas veces.
Al final solo he conservado una flor,
una pequeña flor que brilla 
cuando en el cielo se abren las estrellas.
Ya lo he dicho:
lo diminuto se vuelve trascendente.
He declarado mi libertad de ser libre,
resguardo mi memoria en las raíces, 
en el verde y leve color de los pétalos. 
Miro hacia el cielo y burbujea,
acaso también soy yo una burbuja 
y doy vida a todo lo que me conforta.
Al final nada quedará 
salvo esa flor, sobre la que detendré el camino.
Para morir de pie. 
Única
Invencible
Maravillosa
¡Sola!


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