Cuando un político practica la pobreza o la austeridad, se convierte en un mal ejemplo para el pueblo, pues acabará por rechazar a los políticos que no la practican.
La prédica de la austeridad y la pobreza meten ideas raras en la cabeza de la población que llegaría a enorgullecerse de practicar la austeridad y la pobreza, y el orgullo puede conducir a muchos actos orgullosos.
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